No somos planchas
- La desinhibida

- 17 nov 2019
- 3 Min. de lectura
Hace un par de días estuve hablando con una de mis mejores amigas, quien me contaba de un fin de semana divertido y loco que había tenido, en donde el protagonista era un chico que baila fantástico, besaba fenomenal, con ganas locas y un estilo único, pero llegado el momento de “tirititiar” no se concretó nada, no por falta de ganas sino por no saber calentar. Lo que me hizo acordar de mi primer beso.
La primera vez que besé tenía quince años, estábamos jugando “pico de botella” y justo coincidió con el chico que me gustaba (JVR), él tenía unos ojos expresivos que iban acorde al coro de beso, beso. Mis amigas sabían que yo me derretía por él, pero yo no sabía si el sentimiento era recíproco. La cuestión es que nos levantamos nos hicimos a un lado, yo cerré los ojos y traté de recordar todo lo que mis amigas (las que ya habían besado me habían dicho), sentí sus labios pegados a los míos y lo siguiente fue su lengua tratando de entrar a mi boca, en ese instante abrí los ojos y le dije “GUACALA, QUE ASCO”, así en mayúsculas y negrita porque fue el momento más desagradable de la historia de un beso. Nunca imaginé que se fuera a sentir así, tenía idealizado los besos como en las novelas de adolescentes que amaba ver, pero nada más alejado de la realidad. Él me miró con cara de “qué te pasa” y todos a nuestro alrededor quedaron en silencio.
Luego de muchos años y de innumerables conversaciones con amigas y amigos, me di cuenta que algunos hombres siguen pensando que somos como las planchas, que se conectan y se calientan, lo cual hace que un momento que pinta para ser la mejor escena de los Oscar, terminé en una anécdota con un sin sabor o con sentimiento de frustración. No hay nada más feo en la vida que un mal beso o un mal polvo, y en cualquiera de los dos casos, puede que no sea por falta de ganas o experiencia, sino por no saber llegar a ese momento como se debe. No estoy hablando de que te “pinten pajaritos en el aire”, sino que te hagan ver pajaritos, lunas y estrellas, que te seduzcan, que te calienten, que logren entender el verdadero sentido de lo que se llaman “previos” ese momento antes de que todo llegue al éxtasis. Y ojo, los previos no es solo besar y ya, es lamer, respirar, tocar, rozar y sentir hasta el último poro de nuestros cuerpos, es llegar al punto de poder decir sin reparo alguno “lo quiero todo ya!!”.
Claro, podrán estar diciendo, escribirlo es muy fácil pero hacerlo…ya es otra cosa. Amigas, si ya estamos en el punto de estar más calientes que la política internacional, porque no dejar de lado el pudor y decirles lo que sentimos, lo que nos gusta, lo que queremos. Nunca, pero nunca, debemos quedarnos calladas respecto a cómo nos gusta. Si tenemos ganas de que nos respiren al oído y que nos digan una que otra cochinadita, digámoslo, si no nos gusta que nos toquen o muerdan de una u otra manera también digámoslo. No importa si es el chico que te conquistó en la fiesta, tu novio de uno o diez años o tu esposo. La sinceridad en el sexo y los previos son fundamentales para un polvo épico digno de recordación.
Amigas, algunos hombres por más evolución siguen siendo instintivos, para ellos es suficiente tenerlo parado y ya. Nosotras procesamos diferente, si es la primera vez con esa persona es probable que por más ganas que tengas estés pensando “Carajo, no me depile las piernas, qué pensará de mis rollitos, estoy más blanca que gasparín”, si ya llevan un tiempo saliendo es probable que estés pensando “Ojalá hoy me toque más, que me lama aquí o allá” porque insisto si no lo hablas, no lo dices, ellos seguirán pensando que tenemos complejo de planchas. El sexo jamás será malo, podría decir que es uno de los placeres más grandes de la vida, pero si no decimos los que nos gusta y como nos gusta, es probable que terminemos frustradas y cumpliendo y no gozando y divirtiéndonos como debería.
Mi primer beso al igual que el sexo requiere de preparación, no es llegar y meter por meter. No es cuestión de idealizar, pero si es cuestión de conversar.
Y como siempre les digo no hay nada más rico que follar siempre y cuando nos sepamos cuidar!





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